lunes, 24 de noviembre de 2014

“La Importancia de la Madre Interna, El Duelo por lo Imperfecto, el Encuentro con lo Incondicional.”


“La Importancia de la Madre Interna, El Duelo por lo Imperfecto, el Encuentro con lo Incondicional.”

Autora: Bethany Webster
(artículo original en ingles publicado en Elephant Journal)

Si pensamos en nuestro desarrollo personal, la relación con nuestra madre sirve como patrón para la relación con nosotras mismas.
Como hijas, absorbimos de nuestra madre información sobre lo que sentía hacía ella misma, lo que sentía hacia nosotras, y lo que sentía hacia el mundo.
Aprendimos a tratarnos de la misma manera que nuestra madre se trató a ella misma.

Nuestra tarea como mujeres conscientes radica en transformar la madre interna dentro de nuestra psique creada a partir de nuestra madre biológica con sus limitaciones humanas en la madre que siempre necesitábamos y queríamos.
Podemos convertirnos en la madre que siempre queríamos –hacia nosotras mismas.
De esta manera, somos capaces de aceptar las limitaciones de nuestra madre externa, porque nuestra madre interna se convierte en la madre primaria con la que podemos contar, de formas en que quizás nunca hemos podido contar con nuestra madre externa.



foto: Emmit Gowin

Nuestra madre solo podía amarnos de la manera que podía amarse a ella misma.
En un momento dado, debemos enfrentar el hecho de que nuestra madre no pudo y no va a poder satisfacer nuestras necesidades de la manera que necesitábamos y queríamos. Esto significa pasar por un proceso de duelo. Un duelo por la forma en que tuvimos de compensar y sufrir la herida materna.
 

En el proceso de duelo, tenemos la oportunidad de darnos cuenta del hecho de que si no nos sentimos amadas o abandonadas no fue por nuestra culpa. Sólo entonces podemos abandonar la lucha para demostrar nuestra valía en el mundo. En el proceso de duelo, también podemos tener compasión por nuestra madre y la carga que llevaba.
 

Al sanar tu madre interna, transformas tu vida más allá de lo que puedas imaginar.
Al confrontar este dolor, podemos darnos cuenta de que lo que pensábamos que era nuestro dolor es en realidad parte del dolor de nuestra madre que nosotras hemos llevado por amor. Ahora podemos elegir dejar esta carga. De esta manera, en lugar de atenuar nuestro sentimiento de culpa, podremos sentir la confianza en nuestros cuerpos y en nuestros corazones para así desarrollar un sentido de auténtica plenitud y amor propio.

Al convertirnos en la madre "suficientemente buena" para nosotras mismas, nos liberamos no sólo a nosotras mismas, sino también a todos aquellos que conforman nuestra vida.

Es un reto reconocer ante nosotras de que manera no fuimos amadas en nuestra relación con nuestra madre. Al recordar y ver lo cargada y abrumada que estaba pudimos pensar que éramos la fuente de su dolor. Esta "hija culpable" puede mantenernos estancadas. Una forma de liberar nuestra culpa es reconociendo la inocencia y legitimidad de nuestras necesidades infantiles. Es una forma de liberarnos de la vergüenza y bautizarnos a nosotras mismas en nuestra bondad y divinidad.

Una vez hemos atravesado el duelo por nosotras mismas, entonces podemos comenzar el duelo por nuestras madres y por todas las mujeres.

El duelo nos repone y nos fortalece.

Como mujeres, podemos sanar y darnos lo que nuestras madres no nos podían dar. Podemos convertirnos en nuestra propia fuente. El “dolor corporal” del colectivo femenino es sanado una a una. Y a medida que el dolor corporal femenino se cura, lo mismo ocurre con el dolor de la comunidad humana. Nuestra propia sanación no es sólo un regalo para nosotras mismas, también lo es para el mundo.

La herida de la madre es una gran oportunidad.

Conforme nos permitimos contactar con lo que se siente como un hambre antigua, inagotable para una madre inagotable, nos damos a luz a nosotras mismas en nuestra verdadera identidad – la matriz de luz- una fuente inagotable, desbordante de amor y abundancia que no depende de las circunstancias o condiciones. Entonces podemos vivir al servicio de lo que realmente somos- el amor mismo.

Bethany Webster es escritora y facilitadora y vive en el oeste de Massachusetts. Actualmente está trabajando en su primer libro, La matriz de luz: El poder de la Menstruación consciente. Facilita en colaboración un taller llamado “Sanando la herida de la madre” puedes visitar sus blogs en: http://womboflight.com/ y http://embraceofbeing.com/

Traducción al español por: Sophia Style, Mónica Manso e Isabel Villanueva

sábado, 22 de noviembre de 2014

comprendiendo los colores

La mesa de experimentos es un buen lugar para descubrir el funcionamiento de los colores sin que "aprender cómo se hace el verde" se transforme en un objetivo en sí mismo. Por ejemplo, presentar las cubetas con agua teñida de colores distintos permite que a lo largo de sus trasvases, recetas, baños de animales, creación de antídotos... tengan la posibilidad de comprender por sí mismos cómo funcionan las mezclas, las tonalidades y las diferentes saturaciones... los descubrimientos suelen venir por sorpresa, de la mano de exclamaciones y esa fantástica sensación de "magia potagia". 
Poco a poco, el deseo de reproducir aquello que ocurrió por azar, impulsa a fijar el procedimiento y a reelaborar lo aprendido haciéndolo cada vez más complejo, así como a compartirlo con los demás. 














viernes, 21 de noviembre de 2014

el huerto marcha!


aquí Carles y sus ayudantes supervisando atentamente



nuestro huerto crece vigoroso, creemos que es porque en el fondo a las verduras les gusta el alegre caos, las plagas de  bichos bola, las lombrices gigantes y algún pisotón de más.



 así fue como preparamos
los bancales, cubriéndolos
con hojas secas para mantener la humedad




 

y como en todo proceso de construcción....nunca pueden faltar observadores reflexivos y sagaces investigadores





lunes, 17 de noviembre de 2014

visita a Fundació Mona


Hoy hemos visitado el centro de rescate y rehabilitación de primates "Fundació Mona", en Riudellots de la Selva, cerca de Girona.
Ha sido un visita impactante. Hemos acribillado a preguntas a los investigadores, hemos sentido los extremos de la "humanidad" (para entristecernos,  agradecer, vernos reflejados...), hemos pasado una mañana en un lugar bonito y cuidado en el que hay mucho que aprender y un gran trabajo que apoyar.
Quizás es una visita que aprovechan sobretodo los más grandes, aunque todos han disfrutado a su manera.
Podeis encontrar toda la información en la web www.fundacionmona.org








domingo, 16 de noviembre de 2014

sobre la agresividad, la furia, el dolor

(Aquí de nuevo después de muchísimo tiempo. Con ganas de reemprender la actividad del blog)

Esta semana, en la reunión pedagógica del miércoles hemos ido a parar, casi sin querer al eterno, apasionante y vital tema de la "agresividad". 

Os dejo aquí un par de cosas al respecto: Un pequeño escrito hecho por Ester (madre i educadora de Moixaina) y un texto de Laura Gutman, autora que os recomendamos y muy presente en nuestro imaginario pedagógico (en su página web encontrareis un montón de buenos artículos)

"...he observado que normalmente las reacciones agresivas son una respuesta de intolerancia a la frustración...la frustración que se produce cuando queremos algo y no podemos tenerlo, cuando sentimos que nos rechazan, no nos entienden, no nos quieren como necesitamos...

Los adultos queremos evitar la agresión pero no sabemos como aligerar el dolor que les provoca a nuestros peques esa frustración y nos cuesta ver ese dolor por lo que nos provoca a nosotros también. Cada dia tratamos de acompañar con mayor o menor fortuna todo ese compendio de emociones que se entretejen, algunos días nos parece incluso que hemos dado con la clave...para luego darnos cuenta que estamos en bolas. Quizás lo que si podemos es buscar dentro de nosotros esas mismas sensaciones de frustración, de rechazo, de sentir que no nos quieren o que no nos entienden...¿qué nos provocan? ¿cómo nos sentimos y cómo nos expresamos en ese momento si es que conseguimos expresarnos?. El camino del entendimiento y el buen acompañamiento empieza en nosotros mismos, en nuestra historia y nuestra interacción con el mundo. "
Ester Adrover

 Marina Abramovic


La furia que calma el dolor
"Estoy segura de que venimos al mundo para amar.
Eso es todo lo que tenemos que hacer: amar más y mejor.
Pero nacemos inmaduros. Por eso precisamos -durante toda nuestra infancia y adolescencia- ser amados por nuestra madre o por una persona maternante a través de sus cuidados amorosos, hasta que estemos en condiciones de valernos por nosotros mismos.
Lamentablemente parece que nuestra civilización propone todo lo contrario. De hecho gran parte de nuestras madres -a pesar de haber tenido buenas intenciones- no han sabido cuidarnos, no han podido protegernos, no han vibrado al unísono con nuestras percepciones, no han sentido nuestros obstáculos ni han acompañado el despliegue de nuestro ser esencial. ¿Por qué? Porque a su vez ellas mismas fueron alejadas de su propia interioridad, dentro de un encadenamiento trans-generacional antiguo.
La realidad es la que es. Si provenimos de infancias difíciles con diversos grados de abandono, violencia o distancia emocional, luego nos costará mucho convertirnos en personas amorosas. Nos convertiremos en adultos temerosos, algunos más reactivos o más violentos. Pero en todos los casos tendremos un objetivo prioritario: sobrevivir. Pretendemos que nadie nos haga daño (a diferencia de lo que ocurrió durante nuestras infancias en las que no obtuvimos el amparo ni la protección que hubiéramos necesitado). El nivel de alerta es máximo para cuidar nuestro pequeño bienestar, por lo tanto nos resta poca energía y disponibilidad para amar a los demás.
Por eso, insisto desde hace años poniendo el foco en dos premisas:
Amemos a los niños.
Para amarlos, antes tenemos que reconocer qué nos pasó cuando nosotros mismos fuimos niños. Si no abordamos nuestra realidad afectiva, nuestros agujeros, nuestras necesidades no satisfechas y nuestros miedos, no podremos dar prioridad a las necesidades genuinas del otro.
Parece una propuesta sencilla, pero no lo es. Porque todos los adultos somos -en mayor o menor medida- niños lastimados. Y si no lo reconocemos, reaccionamos automáticamente quemados por el dolor. En esa reacción, lastimamos a los demás con tal de salvarnos.
¿Tenemos culpa por ello? No.
¿Somos responsables? Sí
Sospecho que -sin querer- toqué la infernal herida de las infancias que hemos vivido. Duele mucho. Alguien –anónimo- tergiversó un pequeño artículo que escribí sobre la terrible realidad de la sistematización de los abusos sexuales –una de las peores y más crueles maneras de violentar y destruir a los niños quienes solo necesitan cuidado y protección-. Bastó un título tendencioso en un portal de noticias para que desatáramos -me refiero a muchos de nosotros, niños lastimados- una estampida de odio, furia y agravios irreproducibles.
Confieso que es impactante ser acusada de pedófila, delincuente, asesina y otros conceptos parecidos. Sin embargo más impactante aún es confirmar cuánta rabia acumulada conservamos, cuánto dolor, cuánto sangran las heridas de nuestras infancias y cuánta violencia reproducimos a cada rato con tal de aliviar ese sufrimiento que nos sigue quemando por dentro. Esa es la violencia con la que vivimos nuestras vidas y con la que nos relacionamos con los demás. Entiendo que descargar la furia es más tolerable que hacernos cargo de nuestro dolor. Sin embargo alguna vez tendremos que mirar con ojos abiertos nuestra realidad emocional. Tendremos que observar sin miedo nuestros escenarios y asumir nuestra responsabilidad como adultos, para contribuir a crear un mundo más amable, amoroso y solidario."
Laura Gutman